De tal palo tal astilla | Manuel, Fernando, María y Juan Estonllo Artistas de la tijera y el peine
Manuel fue durante casi cincuenta años el peluquero de Barrantes. Tres de sus hijos crecieron en su negocio, contemplando embelesados el arte de su padre
Con un cigarro en la boca y unas tijeras en la mano. Esta es la imagen que Fernando, María y Juan Estonllo Varela tienen de su padre, Manuel Estonllo Barral. Los tres se criaron en la peluquería que su padre regentó durante casi cincuenta años en la localidad de Barrantes. Y los tres han decidido seguir los pasos de su padre. «Mamá ía ao campo e a nós tocábanos quedar na peluquería», recuerda María. Pero no les importaba. Ver a su padre cortar el pelo a los clientes conseguía dejarlos embelesados. «Encantábame mirar como cortaba o pelo. Tiña un manexo da peineta, da tixeira e da navalla increíbles», explica Juan.
Manuel Estonllo tenía 18 años cuando abrió su primera peluquería. En ella se atendía tanto a hombres, como a mujeres. Un corte de pelo, costaba tres pesetas. Precio por el que incluso el peluquero podía desplazarse a la vivienda. «Tiña chollo a montes e incluso traballaba os domingos. Era rápido coma unha chispa», recuerda ahora. En esto mismo coinciden tres de sus seis hijos, que han decidido seguir sus pasos. El arte que su padre tenía con la tijera y la peineta era difícil de superar. A los 65 años se jubiló, a pesar de sus clientes. «Había tres ou catro clientes que só o quería a el», asegura su hijo Fernando, que heredó el negocio familiar.
Su historia es similar a la de su hermano Juan, que hoy regente una peluquería en Meaño. Fernando fue el primero en decidirse por la peluquería y lleva ya más de veinte años en el negocio. «Estaba con meu pai e empecei pouco a pouco. Incluso fun peluquero facendo o servizo militar», explica. Igual que Juan, quien lleva otros catorce años trabajando. Fue el único de los tres hermanos en dejar Ribadumia y su peluquería, del mismo nombre que la de sus hermanos, se ubica en Meaño.
El negocio de su hermana María es distinto. «Xa cando era pequena ía a unha peluquería para ver como facían porque a de meu pai era de caballeros e eu quería abrir unha de señoras», explica. Con catorce años comenzó a estudiar el oficio, al tiempo que trabajaba durante los fines de semana en otras peluquerías. A los 21 años, abrió su propio establecimiento en Barrantes, al lado del de su padre, donde ahora trabaja su hermano. Además, ha puesto en marcha dos centros de estética, uno en Dena y otro en Barrantes, para seguir ampliando el negocio.
Los tres hermanos conservan grandes recuerdos de la forma de trabajar de su padre. «Cando empezábamos, papá nos correxía», asegura Fernando. «Si. No de como coller as tixeiras e a peineta dábamoslle a razón. No modo de cortar, non », apostilla María. El mayor es que el conserva más recuerdos de cómo era el negocio. «Daquela afiaban as navallas na pedra, hoxe os utensilios para traballar melloraron moito», explica Fernando. Ahora emplean maquinaria sin hilos y cuchillas desechables, que no precisan del afilado. También los clientes han cambiado. «Eu dicía papá hai que cambiar a tixeira e el respondía, como o vou facer cos pelos que entran aquí. E era certo. A xente viña co pelo cheo de cemento ou de terra», argumenta. Las cosas han cambiado y hoy sus hijos ya no corretean por sus peluquerías, como hicieron ellos hace años. Pero hay algo que no ha variado. Estonllo sigue siendo sinónimo de peluquero.